viernes, 3 de octubre de 2014

Casualidades

¿Crees en la casualidad o en el destino?

        ¿Cuántas casualidades te han llevado a lugares maravillosos?

                    ¿Y cuántas, quizá, ni has conocido podrían haberte llevado por otros senderos, por otro lado?

No sabemos quien lo decide, si el azar, el subconsciente, si somos dueños de nuestro destino, jamás podremos saberlo.


(Querido diario)Hoy ha pasado algo que da que pensar. Podría estar en una maravillosa ciudad capital del reino andalusí, podría estar en la que fue capital del califato. Me decidí por el califato.

Y entre una y otra, habia un punto intermedio entre 2 rios, donde se supone que no debería de estar, donde no se me había perdido nada. Paré a repostar. Llamé por teléfono, hablé con unos y otros, recuento de personal, quien está donde, quien quiere hacer qué.

Y realmente no tenía motivo para estar ahi, el subconsciente, el azar, el destino... alguien me trajo ahí.

Para pinchar una rueda y acabar destrozándola, para ver que ya llegaba tarde a todos mis planes califales. Para desesperarme.

Y perder las ganas de salir, y las de vivir. Y entonces retirarme, a mi hogar, si podemos llamarle así. A escuchar buena música y entretenerme con mis reflexiones.

¿Vinimos por motivos o el destino es una excusa?
 Y es que hasta que no pasa algo así, no se confirma que hay lugares que no se pueden volver a pisar, no si no quieres clavarte una puntilla en la suela. Había una puta puntilla en el neumático.
¿En qué mierda de pueblo hay puntillas por mitad de una carretera? Definitivamente señales del destino,

¿Porqué no me tomé en serio a Paulo Coelho y sus mojamientos de bragas?

Escribir esto mejoraría si tuviera una mecedora reclinable y un whiskey on the rocks. Tengo un sofá con una tabla de madera dura y una esponja encima, y un aquarius. Que no quiero aburguesarme oigan.

Las casualidades me harán escritor de libros nunca leídos, el trabajo no nos hará libres, y el amar, nos hará sufrir, y aun así preferiremos una vida de sufrimiento. Porque si no nos clavamos una puntilla en la suela, será que hemos andado poco.



Sé que ésta entrada es mierdosa y sentimentaloide, por eso ma valdré de un recurso literiario que aprendí de Pérez Reverte para darle un poco de vida: Puta! Puta! Puta! Ale, a pastar. (:

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